Hacia una cadena de suministro inteligente

Las organizaciones tienen un reto ante sí: dotar de inteligencia a su cadena de suministro.

La globalización mundial y el cambiante entorno económico y comercial, obliga a las empresas y organizaciones a afrontar un reto estratégico, que es el de dotar de inteligencia a sus cadenas de suministro.

La inteligencia –del latín intellegentia– es la capacidad de entender, asimilar y elaborar información para, posteriormente, utilizarla en la resolución positiva, concreta y efectiva de problemas.

Las organizaciones que han alcanzado el éxito llevan mucho tiempo planteándose retos para mejorar su competitividad. Para alcanzar este propósito fundamental y necesario, han venido diseñando, desarrollando e implantando estrategias empresariales que les han permitido alcanzar un posicionamiento único de valor. En paralelo, estas empresas han buscado el alineamiento de su cadena de suministro con su estrategia empresarial, con un único objetivo: la supervivencia a largo plazo.

Por otro lado, el mercado, más que inestable, se ha vuelto “volátil”, generando en esta realidad una serie consecuencias estratégicas muy definidas, como pueden ser:

  • La proliferación del comercio electrónico y las operaciones B2C
  • La necesidad de implantar políticas de producto ampliado
  • La orientación a los requerimientos del consumidor, dándole respuestas individuales
  • El fraccionamiento profundo del mercado que obliga a ofrecer tratos personalizados para cada cliente y segmento
  • El cambio de la política de precios a la política de costes
  • La subsistencia del negocio por encima de la rentabilidad
  • La aplicación de política outlet globales
  • La necesidad de internacionalizar las empresas
  • La conveniencia e idoneidad de establecer alianzas para atender mercados con multiservicios

Para poder atender debidamente todas estas consecuencias, las organizaciones deben dar un primer paso: reducir la complejidad de sus cadenas de suministro salvo que esa  complejidad nos otorgue diferenciación.

De lo que se trata es de dotar a las cadenas de flexibilidad dinámica y estructural, haciéndolas más adaptables a los cambios de diseño y buscando siempre la agilidad. Cadenas con alta flexibilidad dinámica y baja flexibilidad estructural son cadenas “agiles”, pero sólo cuando incrementamos la flexibilidad estructural, son cadenas adaptables.

También es imprescindible alinearla con todos los actores y eslabones que participan en la cadena global y que, por tanto, componen la construcción del producto o servicio, que es lo que en definitiva acaba siendo percibido y recibido por el consumidor final.

Por último, hay que conseguir dar solución a los cinco retos más importantes: contención de costes, visibilidad, gestión del riesgo, enfoque al consumidor y oportunidades/amenazas de la globalización.

Como conclusión podemos decir que una cadena de suministro dotada de inteligencia es aquella que logre alinear los objetivos de todas las empresas y procesos que intervengan en la creación del producto/servicio, que sea capaz de adaptarse a los cambio del mercado con agilidad y flexibilidad total (dinámica y estructural) y que explote la tecnología al servicio del cliente/consumidor. Todo esto asentado en equipos formados y orientados a la satisfacción del consumidor final.

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